SALUDO DEL ALBA

¡Cuida bien este día! Este día es la vida, la esencia misma de tu vida. En su breve transcurso se encerrarán todas las realidades de tu existencia: el goce de crecer, la gloria de la acción y el esplendor de la belleza. El ayer no es sino un sueño y el mañana una visión. ¡Cuida bien, pues, este día!


(Tomado de un texto en sánscrito).

lunes, 18 de octubre de 2010

LA COLUMNA ERGUIDA (3)

LOS SEÑORES DE LA GUERRA

Janiel Humberto Pemberty

    Y COMO SIEMPRE ESTAMOS EN GUERRA, PUES HABLEMOS DE LA GUERRA. Y no seamos ingenuos: la guerra es un negocio. Un negocio magnífico. Las armas que se usan, la destrucción que conlleva, los héroes que se fabrican, el botín y la imagen de los vencedores, la rehabilitación de  los vencidos, todo ello es un negocio. La guerra es el negocio de la muerte, pero negocio al fin. Con los riesgos y trabajos de cualquier negocio y jugosas ganancias cuando se cuenta con buen armamento, apoyo logístico y sobre todo, buenas razones para iniciarla y mantenerla a los ojos del mundo. Claro que eso de las buenas razones fue arrojado hace rato a la basura, porque cuando se tienen las armas y el poder, uno puede desafiar al mundo entero y hacerle la guerra a quien se le dé su regalada y soberana gana a pesar de que impotente, el mundo sepa que las razones para hacerla son una farsa. Así, lamentablemente, es hoy día la cosa.
Lo malo para quienes hacen la guerra es que ella tiene sus abismos, porque al paso que vamos y armados hasta los dientes como estamos, los trofeos de los futuros vencedores serán un desierto y un cementerio. Generalmente después de ella, dicen los promotores de la guerra, la prosperidad sonríe no solo para los vencedores sino para los vencidos. La piel nueva florece donde estuvieron las llagas, las sociedades se estabilizan y la paz al fin puede mostrar su esplendor. Pero bien sabemos que esas son falsas promesas de la guerra y de quienes la promueven porque ella no solo acaba con la vida y la riqueza de los pueblos sino también con los valores esenciales de la sociedad, la cultura y la convivencia. Permite por ejemplo que la violencia señoree, que la tortura se legalice, que el ultraje se exhiba, que el crimen se aplauda -vergüenzas para nuestra especie tan de moda hoy día-, que en fin, seamos cada vez más depredadores de nosotros mismos. Porque no contento con ser el señor de las bestias, también cada hombre quiere ser el señor de los hombres. Y si no me creen, pregúntenselo a esos señores que hacen la guerra, que justamente por eso, hacen la guerra. 




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