SALUDO DEL ALBA

¡Cuida bien este día! Este día es la vida, la esencia misma de tu vida. En su breve transcurso se encerrarán todas las realidades de tu existencia: el goce de crecer, la gloria de la acción y el esplendor de la belleza. El ayer no es sino un sueño y el mañana una visión. ¡Cuida bien, pues, este día!


(Tomado de un texto en sánscrito).

martes, 19 de octubre de 2010

PROSOPOEMA

MÁS ALLÁ DE TU BOCA DONDE TE ENCUENTRO

Por JANIEL HUMBERTO PEMBERTY
 
Como un lujurioso penitente fui ascendiendo tus montañas, estrujando mis labios sobre tu piel hasta la cima de tu boca. Hice un alto en el camino para abrevar en tu vertiente más inaccesible, en tu hondura salina que me recuerda el apresurado aroma del mar al amanecer. Fui dejando caer mis labios sobre tus eras y construí un sendero de besos por tus colinas hasta tu cuello, tu mentón de tierra blanda, tus labios tostados por la espera. Cuánta soledad huye ahora despavorida de nuestros labios. Cuánta sed cae de nuestras lenguas húmedas, lapidada por el rocío de tu aliento.
Todo ha ido lejos y en la oscuridad de nuestros ojos cerrados me queda el paisaje de tu boca que reconozco e invento. Me llamas y te persigo febril tras la ladera de tus dientes, vapuleado por tu lengua erecta, erizada ola que se rompe y se rompe en mis playas alucinadas. Abro los ojos sin salir de tu boca y sonrío. Estás conmigo. Con tu boca y tu lengua ola, estás conmigo. Pero más abajo del abismo de tu mentón y la placidez breve de tu cuello me buscan erguidos los pezones de tus senos, hinchados contra mi pecho. Tocan mi piel, besan mis poros, violentan las valvas de mi deseo. En ese botón con que simulan penetrar mi piel, se ha hecho daga la dulzura. Ahora que quiero mirarlos, las mullidas protuberancias de tus senos los sepultan contra mi pecho y tú estás absorta viéndote en mis ojos. Sin dejar de mirarte, retiro mi boca de tu boca y dejo caer mi voz para acariciarlos, para que mi voz los toque, pero mis labios vuelven a tu boca para guardar mi deseo. Y mi voz cae sobre tus senos como una miel celeste y se aferra, hurga, penetra su carne aplastada contra mi pecho. Yo los miro con mis ojos cerrados y para no abandonar la guardia de mi deseo en tu boca, desciendo en mi sangre hasta ellos.
Mientras me ciño a tu cuerpo y cierro mis dedos sobre tu carne y tiemblas, voy llegando a la cúspide fugaz de las delicias. Tú me atrapas en tu boca con un sueño de pez marino pero me niegas el acceso a tu hondonada salina donde me envaino y me culmino. Entonces mi deseo resbala, cae y mira desde las baldosas la corona de tus muslos, sus labios verticales cerrados y recuerdo la oscurecida la gruta roja donde me envaino y culmino. Más arriba están tus pezones tibios, erectas dagas florecidas que abrieron las fisuras por donde se fuga mi deseo. Ahora lo comprendo. Buscabas aniquilarme de placer, y dentro de poco, estaré muerto.
 

1 comentario:

  1. La libertad de las sensaciones expresa en un excelente poema en prosa. corto, exitante e imaginario.

    Cordial Saludo

    William Castaño-Bedoya

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